30.6.04

Con la muerte en los talones.

Este sueño es ya un poco antiguo. Data de Junio de 2002, que fue cuando hice el exámen final de “Metodología de la Programación I”. Por aquella época andaba un poco preocupadilla por si lo habría aprobado o no y parece ser que esos nervios repercutieron en mis sueños. Se trata de un sueño la mar de gracioso, espero que os guste ;)




Protagonistas reconocidos: mis padres y yo.
Protagonistas no reconocidos: un montón de alumnos de la asignatura “Metodología de la Programación I”.

Historia:

Aquél era un espléndido día de finales de Junio, el sol brillaba con mucha intensidad, no había ni una sola nube en el cielo y mis padres y yo nos disponíamos a marcharnos de viaje para disfrutar de unas merecidísimas vacaciones de verano. Habíamos empleado toda la mañana en meter lo necesario en las maletas y en ese momento, a medio día, las estábamos metiendo en el pequeño maletero del Seat 124 color marrón dorado

Supongo que no nos fijamos en los papeles que había pegados en la luna trasera del vehículo ... el caso es que , segundos después de cargar las maletas, ya estábamos dentro del coche, y a punto de salir disparados hacia algún lugar de la geografía española que no recuerdo, pero del que sé con certeza que tenía playa, ya que yo tenía unas ganas enormes de llegar para poder meterme en el agua.

Al igual que ocurre en las típicas películas de terror, sentí una vaga presencia a mis espaldas, y a esa sensación le siguió una repentina disminución de la luz que entraba por la luna trasera. Cuando me giré, vi que había unas doscientas personas arremolinadas en la parte trasera del vehículo. ¡Qué susto me llevé cuando vi sus carotas casi pegadas al cristal! Estaban mirando los papeles de la luna de atrás, que algún majete había pegado con celo sin pedir permiso, grrr.

Por alguna razón que no acierto a comprender, me di cuenta inmediatamente de que esas personas eran alumnos de MP1 , y que los papeles eran las notas de la convocatoria Junio de dicha asignatura. Les dije a mis padres: “bueno, habrá que esperar un ratito para que estos chicos puedan mirar sus notas”. La respuesta de mi padre fue algo así como “que se vayan al carajo, me quiero ir de vacaciones” y arrancó.

La primera reacción de los alumnos fue de incompresión (“¡eh! ¿por qué se marchan esos?”), pero no tardaron en ponerse furiosos (“¡¡quiero ver mis notas, quiero ver mis notas!!”) y comenzaron a perseguirnos (¡¡ a por ellos!!). Fue horrible, aquella marea de cabezas, piernas y brazos quería acabar con nosotros, para después poder ver las notas con calma. Mi madre y yo gritábamos: “¡acelera, acelera!” y mi padre, agobiadísimo, no podía hacer nada más, porque claro, el coche era tan viejo y cutre que no daba más de sí.

En ese momento se acabó el sueño. No sé que fue de nosotros: ¿nos alcanzarían o, por el contrario, llegaríamos a nuestro deseado lugar de vacaciones sanos y salvos? La verdad es que procuro no pensar en ello demasiado, porque me pongo a temblar del miedo al recordar a la jauría de alumnos rabiosos.

Pienso que los profesores de la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica en Informática de Oviedo deberían leer este relato, para que sepan lo que podría llegar a ocurrirles si algún día suspendieran a más gente de lo normal ... Tendrán que estar preparados.




Notas:
-El Seat 124 color marrón dorado fue el primer coche que mi familia tuvo, hace añísimos. Qué recuerdos xDD
-Al final, aprobé la asignatura en Junio de ese año :)

23.6.04

Cirujano superstar.

Después de varios años teniendo sueños raros de todo tipo y color, ya iba siendo hora de que me pusiera a anotar algunos. Es una pena que ya no pueda escribir todos los que he olvidado, pero espero que mi mente siga siendo productiva el resto de mis años :P

Comenzamos con el sueño que tuve la noche del 22 al 23 de Junio de 2004. En realidad, no es un sueño completo, ya que recuerdo que, a parte de lo que voy a contar a continuación, había algo más, con protagonistas y tema diferente, pero ya se me ha olvidado (siempre me digo: “apúntalo nada más levantarte, que se te olvida”, pero nunca hago caso, y ya son las 22:00 :S).

Bueno ahí va.




Protagonistas reconocidos: Ditman y yo misma.
Protagonistas no reconocidos: una quinceañera morena bastante feucha y un montón de gente que bailaba.

Historia:

Recuerdo que estaba en mi casa dando una fiesta que debía de ser de especial importancia, puesto que había cientos de personas bailoteando por ahí: por el suelo, por los sofás, las mesas ... Recuerdo que el salón aquella casa, que .... podemos dejar de llamar casa porque en realidad era una mansión, tenía una magnífica escalinata y estaba muy poco iluminado ... Ahora que lo pienso, creo que era muy parecido a la sala de reunión de Slytherin que aparece en la segunda película de Harry Potter, sólo que más grande.

Bien, pues yo estaba toda atareada atendiendo a los invitados y procurando que estos no rompiesen demasiadas cosas, cuando de repente, suena el timbre (“oh, no, más gente noooo!” xD). Cuál no sería mi sorpresa cuando veo en la puerta a Ditman, llevando en brazos a la quinceañera morena bastante feúcha (llamémosla Feúcha simplemente) seguido de varias personas que, increíblemente, ya estaban bailando aunque aún no habían entrado por la puerta siquiera.

Entre confusos gritos y balbuceos, Ditman me explica que necesita usar los baños de mi mansión para llevar a cabo una operación de especial importancia. Y yo le digo: “bueno, si no te importa que haya gente bailando por ahí”. Él dice “no”, y entonces entra, seguido de su ejército de bailarines. Se dirige al baño, que tiene una extensión de 5 o 6 veces los baños de las chicas de la Euitio, es muy oscuro y tiene un montón de duchas y retretes.

Ditman coloca en una esquina del baño una toalla blanca, y coloca encima a Feúcha, y entonces, tiene lugar la operación. Eso yo no lo presencio porque las operaciones me dan asquito y prefiero ir a comprobar cómo sigue la fiesta.

Un ratito después vuelvo al baño y veo que Ditman ya está acabando, ya que está cosiendo a la pobre chiquilla. A su lado hay un ... ajjj .... un hígado. Y entonces es cuando me doy cuenta .... “Oh, Dios mio, Ditman está metido en contrabando de órganos!!!” Toda asustada, y con temor de que a la policía le de por venir hasta mi casa (no sería raro, con el ruido que estábamos metiendo) y descubra todo el desaguisado, le digo que él y Feúcha se tienen que ir pitando. La fea quinceañera se despierta en ese mismo momento y Ditman, con voz sosegada e incluso cariñosa, le dice a la pequeña que desde ese momento en adelante no podrá comer alimentos altos en grasas, ya que carece de hígado. “Si te comes un alimento que tenga muchas grasas, probablemente reventarás”.

Entonces nos despedimos y se van. Curiosamente Ditman no se ha manchado ni un poquitín, y el único rastro de suciedad que hay en el baño está en la toalla, que está bastante mojada y ya no es tan blanca como antes, sino grisácea (parece que el baño tenía mucha falta de limpieza o_O).

El último recuerdo que pasa por mi cabeza mientras veo a Ditman y a Feúcha dirigirse hacia la puerta es que la pobre chiquilla debe de haber cogido una infección del demonio.

Fin del sueño raro.